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Galleguillo volvió a festejar la chaya en el Festival de Cosquín

La primera luna de la edición 64a del Festival Nacional de Folklore estuvo a la altura de su historia.

Cosquín empezó a cantar tal como marca su himno y su historia, con una apertura de la edición 64a del Festival Nacional de Folklore que tuvo de todo y renueva el desafío de mostrar la actualidad de la música popular argentina haciendo foco en la tradición y también en los aires de renovación que acompañan las transformaciones culturales desde siempre.

Una primera gran noticia se conoció minutos antes del comienzo: se colgaba el cartelito de entradas agotadas como hace varios años no pasaba en una primera luna.

Si bien hubo algunos lugares vacíos en la platea, la Próspero Molina lució prácticamente colmada en el arranque del festival. La decisión de programar a Los Manseros Santiagueños junto a Sergio Galleguillo, dos fenómenos populares de los últimos tiempos, sin dudas terminó siendo un acierto de esta renovada comisión organizadora.

A riesgo de sonar reiterativo, la propuesta de Galleguillo siempre cumple con las expectativas de un público sediento de celebración sin importar si lo que suena es chaya, carnavalito, chacarera o un tinku-ska bien frenético con el que es imposible no contagiarse del saltito o quedar bañado con harina y espuma loca.

El cantor riojano festejó los 25 años de su debut en el festival en el cierre de la programación oficial y antes del regreso de la cacharpaya con un repertorio que incluyó muchos clásicos enganchados y algunas perlitas de sus primera época con Los Amigos.

Galleguillo mostró su encanto popular desde temprano sacándose fotos con el público en el clásico bar de atrás de la plaza que reabrió para esta edición, luego conectó con el público como es habitual, aunque llamativamente suspendió la conferencia de prensa antes de la presentación.

Dato al margen, completó una hora y cuarto de show bien arriba, que cerró todavía más alto con los himnos Carnaval en La Rioja y El camión de Germán, en el que nombró a su autor Pica Juárez y volvió a repetir en el final. La consigna era fiesta o fiesta.

Lo de Los Manseros Santiagueños sigue siendo un fenómeno muy difícil de explicar: el grupo de Onofre Paz (cumplió 82 en diciembre) y Alito Toledo continúa el idilio popular que forjó hace poco más de una década, ya que para vale la pena reocrdar que el reconocimiento llegó en la parte final de sus casi 65 años de historia.

Es cierto que al igual que sucedió el año pasado, la sensación que queda es que siempre puede ser la última actuación. Igualmente, la conexión que se genera con el público es puro sentimiento.

Y la vuelta del santiagueño.

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