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el día que el «Toto» Lorenzo hizo historia

El 1 de agosto de 1978, Boca Juniors alcanzaba la cima mundial al consagrarse por primera vez campeón intercontinental tras propinar un contundente 3 a 0 al Borussia Mönchengladbach en el Wildparkstadion, de Karlsruhe, donde 38.000 espectadores aplaudieron la consagración del equipo y en la Argentina miles de simpatizantes xeneizes salían a festejar a las calles, tras conocer el resultado final.

Boca es Sportivo Ganar Siempre”, la contundente frase pronunciada por Juan Carlos “el Toto” Lorenzo, tras la pregunta de los periodistas, luego del 2 a 2 en La Bombonera, se hizo realidad y el orfebre de la conquista no imaginó que su lema quedaría sellado para siempre en el alma de los boquenses.

En Buenos Aires, que aún futbolísticamente festejaba el primer título mundial de fútbol logrado por la Argentina- al vencer a Países Bajos, 3 a 1, en el estadio Monumental-, “los xeneizes” y “los potros” habían finalizado el primer vibrante partido en un apretado 2 a 2, que no convenció a los 64.000 espectadores que presenciaron el primer partido en La Bombonera, jugado el 21 de marzo de 1978.

Los goles habían sido convertidos por Ernesto Mastrángelo, a los 16 minutos del primer tiempo, pero a los 24 minutos igualó Wilfried Hannes, y cinco minutos después Rainer Bonhof, titular en la selección alemana, puso en ventaja al equipo europeo, que se retiró al descanso ganando 2 a 1.

El mediocampista Jorge “Ruso” Ribolzi a los 6 minutos de comenzado el segundo período estableció la igualdad que no se modificaría hasta el final. La revancha se jugaría en Alemania, el 1 de agosto.

En la previa a la final, los periodistas comenzaron a preguntarle al “Toto” Lorenzo si en la revancha, Boca iba a buscar una igualdad, y aspirar a los tiros desde el punto del penal para definir la serie y consecuentemente el título, pero el entrenador, de vasta experiencia- ya había jugado y dirigido en España e Italia-, respondía una y otra vez:”Boca es Sportivo Ganar Siempre.”

Es que a mediados de la década del setenta, el aficionado argentino hervía de pasiones, y de turbulencias políticas- el país era gobernado por la dictadura militar- y Boca venía de lograr su primera Copa Libertadores en 1977, todo bajo el mando de Juan Carlos Lorenzo con el apoyo del presidente Alberto J. Armando, el hacer del Boca campeón de aquella época.

Originalmente, la Copa Intercontinental 1977 debía disputarse entre Boca Juniors (campeón de América) y el Liverpool FC (campeón de Europa), pero el club inglés rechazó la invitación de la FIFA y no quiso participar, aduciendo razones de calendario, seguridad y escaso interés comercial.

Tras esta negativa, los dirigentes de la FIFA y los organizadores del torneo propusieron como reemplazante al subcampeón europeo, el Borussia Mönchengladbach, que había caído ante el Liverpool por 3 a 1, en la final de la Liga de Campeones.

La decisión de la orden de localía también se negoció arduamente, pero de acuerdo a diversas investigaciones se pudo determinar que el Borussia solicitó jugar el cotejo decisivo en Alemania, garantizando mayor afluencia de público, mejor transmisión de televisión y en consecuencia mayor recaudación para ambas instituciones.

También se tuvo en cuenta el clima y el calendario europeo, ya que en agosto el tiempo ofrecía una temperatura agradable para la práctica deportiva y la asistencia de los espectadores a los estadios, por lo que finalmente se optó por jugar en marzo en Buenos Aires y agosto en Karlsruhe, la tercera ciudad más grande de Baden-Wurtemberg, en el suroeste de Alemania y a 15 kilómetros de la frontera con Francia.

Y hacía allí viajó el plantel de Boca Juniors, en una atmósfera de cautela, pero con la firme convicción de ganar. ¿La táctica? resistir y contragolpear. Atacar desde el comienzo. Por eso Lorenzo eligió un hotel modesto a las afueras de la ciudad para una mejor concentración del equipo. «No vinimos a turistear. Vinimos a hacer historia.», explicó el entrenador en la previa del trascendental partido.

Karlsruhe era una ciudad tranquila, universitaria y ordenada. Pese a no ser la sede del Borussia, ofrecía una logística adecuada y un clima estable. El Wildparkstadion, elegido como escenario de la revancha, tenía una capacidad de 38.000 personas, rodeado de bosques y con una atmósfera muy distinta a la de los estadios sudamericanos.

El Borussia, por su parte, realizó una pretemporada breve pero intensa en Baden-Baden. El técnico de “Los Potros” (apelativo ganado en la liga alemana por su estilo veloz y contundente) Udo Lattek trabajó la parte física y buscó variantes ofensivas para ganar la final. El vestuario alemán estaba dividido entre los que veían posible la remontada y los que subestimaban a Boca tras el primer partido. Esa ambigüedad jugaría un papel decisivo.

En los días previos, la prensa alemana habló poco del encuentro. En cambio, los medios argentinos siguieron cada detalle: crónicas en vivo desde Karlsruhe, reportes radiales de José María Muñoz, por radio Rivadavia; enviados especiales de la revista El Gráfico y el diario Clarín. La expectativa era máxima, mientras Lorenzo trazaba su plan, los jugadores asistían a sesiones de video, ensayaban movimientos defensivos y ofensivos. Y el “Toto” repiqueteaba una y otra vez: «El partido hay que jugarlo con la cabeza fría y el corazón caliente».

Con tribunas techadas y algunas descubiertas, unos 38.000 espectadores asistieron a la consagración de Boca, en un césped que se presentó en buenas condiciones. No fue numerosa la hinchada de Boca, argentinos residentes en Alemania, Suiza o Francia, algunos estudiantes o militantes políticos que desplegaron algunas banderas y escasa concurrencia desde Buenos Aires debido al alto costo del pasaje y la escasa promoción del evento.

El plantel “xeneize” llegó al estadio en un Mercedes-Benz O302, modelo clásico de aquel tiempo, decorado con austeridad. Las crónicas reflejaban que el trayecto fue corto pero cargado de tensión. En el interior del micro, se escuchaban las últimas instrucciones de Lorenzo. El técnico argentino, fiel a su estilo, caminaba el pasillo del ómnibus murmurando tácticas, obsesionado con los detalles.

El vestuario era sobrio. No hubo arengas teatrales. Lorenzo habló con firmeza. Les recordó que el gol de visitante valía doble. «Ellos tienen que salir a buscar. Nosotros a resistir y aprovechar su desesperación», dijo. La orden era clara: inteligencia, orden y eficacia.

Mientras tanto, el Borussia mostraba confianza. La prensa alemana especulaba con una remontada. Lattek alineó a Simonsen, Heynckes y Stielike con una idea ofensiva. Pero lo que no sabían era que Boca había llegado con el partido en la cabeza.

Al pisar el césped, los jugadores xeneizes sintieron el peso del silencio. El estadio no rugía, murmuraba. Pero Boca tenía un plan. Y ese plan, diseñado en Buenos Aires, escrito en Karlsruhe y ensayado en la mente de Lorenzo, estaba por empezar a cumplirse con precisión quirúrgica.

El árbitro uruguayo Roque Cerullo ordenó el inicio del partido. Y de inmediato Boca comenzó con presión alta, orden defensivo y un ataque veloz. Esta actitud sorprendió al Borussia. Se sumó a que el campo estaba húmedo y rápido por lo que en cada ataque boquense, Ernesto “Heber” Mastrángelo y Darío Felman, “volaban” por derecha e izquierda.

Y fue el mendocino Felman, el que a los 3 minutos abrió el marcador con un veloz contraataque; a los 33, el “Heber” Mastrángelo puso el 2/0 y el tucumano Carlos Salinas, con una jugada magistral y gambeteando a varios defensores puso el 3 /0 a los 37 minutos de la etapa inicial.

En el segundo tiempo, Hugo Orlando Gatti se convirtió en figura; Vicente Pernía, José Luis Tesare, Miguel Angel Bordón y José María Suárez, fueron una barrera infranqueable para los jugadores alemanes, y la hinchada de “Los Potros” comenzó a desanimarse al igual que el equipo.

El pitazo final marcó el comienzo de la leyenda. Boca era campeón de la Copa Europeo-Sudamericana, así se la llamaba, era por primera vez campeón del mundo, y lo lograba en tierras alemanas. “Esto no es una copa. Esto es la eternidad.”, dijo un eufórico Lorenzo al final del partido.

Fuente: NA

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